El
danzón en Veracruz: Una crónica personal
Por Rafael Figueroa Hernández
Por Veracruz penetraron y se establecieron muchos músicos
cubanos, entre ellos muchos de renombre para sus respectivas épocas como Babuco
o Acerina, que descubrieron en el puerto muchos de los ingredientes de ese
mismo caldo de cultivo en donde se había formado el danzón, cuya fecha oficial
fue la de 1879 pero que ya tenía muchos años cocinándose en el caldero de
interinfluencias musicales que era la Cuba del sigo XIX.
Es cierto que el danzón penetró primero por la península
de Yucatán, específicamente por Puerto Progreso donde llegaron por barco las
primeras partituras, pero la composición étnico-social de la zona era muy
diferente a la original cubana, lo cual no permitió un enraizamiento verdadero.
Llegó y se quedó pero nunca con el impacto y relevancia que en Veracruz.
En Veracruz Puerto se comenzó a dar ese proceso de
transculturación mediante el cual el danzón fue volviéndose cada vez más
mexicano, fue ahí donde los primeros músicos cubanos formaron sus agrupaciones
que naturalmente se formaron desde un principio con cubanos y veracruzanos,
hasta llegar el momento en que las danzoneras se conformaron exclusivamente con
músicos locales. Músicos que además comenzaron a apropiarse de este género
mediante un proceso que una vez comprendidas las particularidades musicales,
comprendió la interpretación diferente de los danzones cubanos con un sabor que
se fue configurando como veracruzano y, muy pronto, la creación de un archivo
importante de danzones propios producto de la inspiración propia de estas
tierra.
En muy poco tiempo el puerto de Veracruz desarrolló una
escena danzonera muy activa alrededor principalmente de los famosos patios que
servían muy bien como salón de baile y punto de reunión. A este auge siguió
otro en la ciudad de México donde en poco tiempo el danzón se apropió de los
lugares de baile, decentes y no, de esas tierras que poco tienen de tropical
pero que a fuerza de la musicalidad de cubanos y veracruzanos se fue
convirtiendo en una ciudad ardiente a más de 2000 metros de altura. El auge fue
tal que pronto comenzaron a acercarse músicos de todos los niveles de las zonas
interiores del estado para formar parte de él, músicos de otras partes del
estado como Sotavento o la región de Córdoba-Orizaba-Ciudad Mendoza-Nogales-Río
Blanco, donde la importante presencia fabril había fomentado la creación de un
buen número de bandas de aliento.
Después de esos años de auge el danzón dejó de ser el
género en boga pero a diferencia de otros géneros musicales que han tenido su
momento histórico para después caer en el olvido, el danzón permaneció adherido
a ciertos sectores de las capas populares principalmente en la ciudad de México
y el puerto de Veracruz, negándose a morir, buscando un segundo aire.
Un segundo aire que llegó muchos años después con el
advenimiento de dos elementos de difusión que se vinieron a añadir a los ya
tradicionales como son el salón de baile y los difusión por medio de
grabaciones fonográficas. Nos referimos al fenómeno de los clubes de danzón y a
la figura cada vez más importante del promotor cultural, dos elementos sin los
cuales no estaríamos presenciando este renacimiento bienaventurado del danzón
en este “pedacito de patria que sabe sufrir y cantar”.
Estos dos elementos han permitido que sin un apoyo real
de los medios de difusión electrónicos como la radio y la TV el danzón se ha
convertido en una presencia octidiana en buena parte de la vida cultural de
nuestro estado, y lo han logrado básicamente cambiando las maneras sociales de
distribución de los bienes culturales. El club de danzón, inicialmente un grupo
de personas que simplemente se reunían a compartir el gusto por bailar el
danzón y después ha tratar de mejorar individual y colectivamente en un mundo
que pronto se hizo muy competitivo con todo lo que esto tiene de bueno y de
malo. En la actualidad existen clubes de danzón a todo lo largo y ancho de
nuestro estado, apoderándose de nuestra geografía en un proceso social sin
precedentes, que como todo proceso social no tiene una fecha exacta de
nacimiento sino que se fue forjando como un movimiento sin líderes visibles
pero con una serie de objetivos comunes que no por no estar escritos eran menos
fuertes y genuinos.
A este panorama que mantuvo presente el danzón durante
muchos años vinieron a sumarse algunas acciones individuales o colectivas que
lo reforzaron y fortalecieron. Apareció una película de carácter independiente
escrita, dirigida y actuada por mujeres externas al movimiento danzonero pero
que tuvieron seguramente la sensibilidad suficiente para darse cuenta de que
algo mágico estaba cocinándose. La película Danzón vino a descubrir, independientemente
de sus calidades cinematográficas, un mundo que había estado oculto para el
gran público pero que los aficionados al danzón conocían muy bien. Después
vinieron algunas iniciativas oficiales como los Encuentros de Danzón a nivel
nacional, además de muchos concursos y muestras en todos lados del país, en
donde Veracruz se mostró siempre como una fuerza indiscutible e imperecedera
del danzón.
El siguiente paso en el desarrollo de los clubes fue el
tránsito, lento pero inexorable, de un simple club de baile a unidades
pedagógicas completas que en forma de talleres se dedicaron a transmitir la
técnica del baile a las nuevas generaciones. Pronto fue evidente que si se
quería que el danzón perdurara se tenían que pasar la estafeta a los que venían
detrás. Los clubes comenzaron en muchas instancias a convertirse en escuela y
los jóvenes y los niños comenzaron a formar parte de este movimiento que hasta
entonces parecía reservado a la tercera edad.
Es en esta etapa del desarrollo del movimiento que las
autoridades culturales y municipales comienzan a ver las posibilidades de
utilizar el danzón en presentaciones públicas y que comienza a aparecer una
función que sería cada vez más importante: la del promotor cultural.
Los directivos de los clubes se vieron en la necesidad de
actuar primero como intermediarios y después cuando el interés de las
autoridades decaía, como impulsores de iniciativas para seguir el camino que el
movimiento seguía trazándose en su esfuerzo colectivo.
Por la labor de los promotores es que se convocó a una
primera reunión estatal de clubes de danzón en Ciudad Mendoza que se convirtió
en una fuente de proyectos vigentes muchos hasta hoy, involucrando a la mayoría
de los clubes de danzón en funciones y es, ahora, referencia anual indispensable,
cita obligada para los bailadores, instructores y promotores del estado.
Gracias al trabajo de los promotores se ha logrado que
los recursos que el estado proporciona a través de las diferentes convocatorias
del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes se haya destinado a cursos
destinados al mejoramiento profesional de los instructores de danzón en todo el
país.
Gracias al trabajo de otros de estos promotores se creo
el Centro Nacional de Difusión e Investigación del Danzón que en estos últimos
años se ha conformado como una de las instancias fundamentales para la
perpetuación del modelo actual de difusión del danzón, creando instructores y
promoviendo el danzón de todas las formas posibles.
Gracias al trabajo de promoción se logró crear un
Concurso Nacional de Composición de Danzón que a pesar de que no se le ha
podido dar continuidad demostró la existencia de creadores contemporáneos
dentro del género y que además nos da pie para hablar del desarrollo musical
del género en nuestro estado, que si bien ha ido a la saga de su contraparte
bailable también ha dado frutos más que interesantes.
En primer lugar el movimiento permitió la revitalización
de algunas orquestas danzoneras que estaban un poco relegadas como la Danzonera
Actopan de Juan Carreto o la excelente Danzonera la Playa dirigida por Gonzalo
Varela, que contrastaron con la buena intención de municipalizar una orquesta
danzonera destinada primordialmente a apoyar los bailes de danzón en el zócalo
de Veracruz, pero que no dio los resultados esperados.
En segundo lugar este movimiento, motivó a que muchas
agrupaciones no típicamente danzoneras se decidieran a incluir en sus
repertorios algunos danzones, y de esta manera encontramos a bandas
municipales, orquestas de baile, grupos de fiesta e incluso orquestas
sinfónicas que han incluido al danzón en el marco de los géneros que ejecutan
normalmente, además de pianistas, guitarristas o, incluso, arpistas.
En resumen, lo que el movimiento danzonero de Veracruz ha
logrado, aunque todavía falta mucho por hacer, ha sido producto del trabajo de
eso que ahora llamamos sociedad civil, apoyándose a veces en las instituciones
culturales o en los Ayuntamientos, y a veces, hay que decirlo, trabajando a
contracorriente de esas instituciones que deberían apoyar esta manifestación
cultural. Ha sido un trabajo de bailadores, músicos, instructores, promotores y
estudiosos que ha posicionado al danzón convirtiéndolo en presencia obligatoria
de buena parte de las festividades locales y regionales y en una necesidad del turismo
cultural que acude muchas veces motivado por la posibilidad de presenciar ese
momento en que la música se convierte en movimiento de los cuerpos y la magia
resplandece.
Un movimiento que debemos mantener en perspectiva, sin
ignorar su desarrollo histórico, porque eso nos permitirá seguir caminando en
un camino que si bien no ha estado exento de problemas, nos ha llevado a un
lugar del cual podemos enorgullecernos. Lo que han escuchado representa una
crónica del desarrollo reciente del danzón en Veracruz desde los ojos, los
oídos y el corazón de alguien como yo que se siente comprometido con este
género que ha llenado muchas páginas de mi vida, los invito a colaborar en este
esfuerzo con todos los datos, documentos, anécdotas, etc. que lo puedan enriquecer
a través de la siguiente dirección de correo electrónico.
figueroa@comosuena.com con la certeza de que todo aquello que hagamos por
fortalecer el danzón será en respaldo de nuestras propias vidas e identidades.
Muchas gracias.
22 de Junio de 2004.
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